Voy caminando por la calle, borracha, buscando mi dosis diaria de pastillas que me ayuden a desafiar el día que amanece, y sin darme cuenta me choco con alguien, no digo lo siento sigo mi camino en busca de esa maldita droga, esa droga que hace que no pueda vivir;
Cuando alguien unos pasos atrás grita, ¡di al menos lo siento! Me giro lo miro y reconozco esos ojos verdes, esos ojos que antes me miraban con amor, esos ojos que he deseado volver a ver en tantas ocasiones, esos ojos… me hago la tonta y sigo mi búsqueda empedernida de eso que me hace hoy ser lo que soy una adicta en busca de…
Alguien me agarra del brazo ‘mierda me ha debido reconocer’ me giro lentamente pero no, no es él, es alguien peor.
-Hola pequeña- al mismo tiempo que lo dice me arrastra a un callejón.
-Mierda, ¿qué quieres tu ahora? Ya te pagué todo lo que te debía…- ‘en realidad no lo hice’.
-No, no lo hiciste, y creo que ya va siendo hora que me pagues…-se acerca a mi y me acaricia la cara, si yo no estuviera tan borracha le daría una paliza.
Él sigue tocándome, yo cierro los ojos y dejo que haga lo que quiera, una lágrima fugaz se escapa de mis ojos…
De repente no hay nada, el ha dejado de tocarme y está en el suelo tirado como el perro que es. Miro a todos lados pero no hay nadie, doy un paso hacia la salida del callejón cuando escucho una voz, esa voz.
-¿No vas a darme ni las gracias?